"Basta con una piedrecilla tan pequeña como ésta para cambiar el mundo.
Se puede hacer. En verdad, se puede.
Es el arte del Maestro de Transformaciones, y tú lo aprenderás, cuando estés preparado para aprenderlo.
Mas no transformarás una sola cosa, un guijarro, un grano de arena hasta que no sepas cuál será el bien y el mal que resultará. El mundo se mantiene en Equilibrio.
El poder de Transformación [..] tiene que ser guiado por el conocimiento, y servir a la necesidad..."
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Amo a la gente sentipensante que no divorcia razón y emoción
Decía Eduardo Galeano que “el lenguaje que dice la verdad es el lenguaje
sentipensante” y que las mejores personas son aquellas que son capaces de
pensar sintiendo y sentir pensando.
Esto le
llevó a afirmar aquello de “me gusta la gente sentipensante, que no
separa la razón del corazón. Que siente y piensa a la vez. Sin
divorciar la cabeza del cuerpo, ni la emoción de la razón”.
Por más que
nos empeñemos, nosotros actuamos con el corazón siguiendo la lógica de nuestra
mente y viceversa. Somos un todo, pensamos y sentimos a la vez y así es como
nos aproximamos a la realidad.
Gestionar lo que sentimos es imprescindible para
recordar lo que merecemos
Sentipensando es
como nos relacionamos con el amor, con la amistad, con las decepciones, con las alegrías, con nuestros ángeles y con
nuestros demonios. No podemos despedazarnos ni divorciar nuestros sentidos de
nuestros pensamientos.
Cuando nos
encontramos con una relación complicada no podemos intentar guiarnos solo
por los que sentimos. A veces tenemos que dejar parte de lo que sentimos de
lado para valorar más lo que merecemos.
Sin embargo, en cualquier decisión y acontecimiento de
nuestra vida siempre influirán nuestras emociones y sentimientos (y menos mal
que esto es así porque si no lo fuese seríamos robots).
La sensibilidad sentipensante, base de la empatía
Hay personas
con más o menos sensibilidad sentipensante; en cuanto a esto hay quienes piensan y actúan conforme a la
creencia de que en el mundo de hoy en día si eres sensible y haces caso a tus
emociones, te devorarán las circunstancias.
Por eso se
hace necesario reflexionar, pues para sentirnos vivos y fluir al mismo tiempo
es imprescindible pensar y sentir. ¿Cómo vamos a criar a nuestros niños priorizando la lógica? ¿Cómo vamos a amar si le damos
mayor importancia a la razón?
Parece que
destacar la razón sobre la emoción es un signo de fortaleza y que nuestras
emociones y nuestra sensibilidad son signos de debilidad y flaqueza. Nada más lejos de la realidad, la combinación de ambas es lo
que de verdad nos hace grandes.
Mantener una filosofía sentipensante es una manera de
abrazar la vida y lo que realmente somos. De hecho, la gente sentipensante es
la que acumula el mayor carisma y la mayor capacidad para conectar con su
entorno.
Una persona
sentipensante es una persona equilibrada que ofrece a los demás confianza, buenas intenciones, inteligencia emocional, poder y fortaleza para desplegar sus alas y darle
rienda suelta a sus propósitos.
La gente
sentipensante es la que mejor entiende la importancia que tienen los pequeños detalles a la hora de desenvolvernos en el mundo. Ellos
comprenden mejor que nuestra vida carece de sentido sin los lazos que nos unen
y que nos hacen respetarnos.
“Nosotros actuamos con el corazón,
pero también empleamos la cabeza, y cuando combinamos las dos cosas así, somos
sentipensantes”
Eduardo Galeano
Celebrar las bodas de la razón y del corazón es la
base de nuestro bienestar
Debemos
agradecerle al tiempo que nos haya mostrado que las cosas buenas llegan en cualquier momento, a veces de la mano de
nuestros sentimientos y a veces abrazando a nuestra razón.
De ahí que
sea tan importante que no divorciemos la lógica de las emociones, pues
ambas se necesitan para comprender el mundo y lo que nos sucede, así como para
tomar decisiones.
Nuestra
mente es una mente sentipensante que colabora con nuestro entorno y que intenta
coordinarse en cada momento para conectar con los demás y hacer cada relación
más satisfactoria. Sin embargo, no siempre sabemos cómo equilibrar la balanza.
Un buen
cerebro social es aquel que equilibra sus relaciones en base a un lenguaje
sentipensante que balancea razón y emoción, pues ninguna es mejor, peor o
superior, sino que se necesitan para ser. Sin la sensibilidad emocional no podemos comprender un mundo construido en base a
la razón ni viceversa.
Esto determinará la felicidad de nuestra vida y, al
mismo tiempo, la calidad de nuestros pensamientos. Al fin y al cabo todo
se resume en que el amor no es aquello que queremos sentir, sino aquello que
sentimos sin querer.
Y quien no
piense esto, quizás es que todavía no ha nacido; porque realmente pensar sin
sentir (o viceversa), es ver sin ver, escuchar sin escuchar, amar sin amar y
vivir sin vivir. Y esto es tan imposible como la existencia de una sonrisa
acertada y sincera sin un sentimiento de verdadera alegría.
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